Vie. Dic 6th, 2024

Hasta la llegada del smartphone – anglicismo en todo mar conocido que resume el paradigma conceptual que inaugurara Apple en 2007 con su primer iPhone, el automóvil era el blanco de todas las críticas ecológicas. Los conductores eran el demonio y los coches el tridente que esgrimían contra el ecosistema.

El automóvil representaba la destrucción del planeta hasta hace poco. Ahora son los móviles quienes nos envenenan física y mentalmente. Si conduces mientras usas el móvil entonces ya eres el Anti Cristo.

Eso del ecosistema nos sonaba a mucho como algo lejano que ciertamente debería acabar por afectarnos pero que no parecía ser más prioritario que el llegar a final de mes. Las personas de a pie sólo nos preocupamos por los problemas que llaman directamente a nuestra puerta y no entendemos las cadenas causa-efecto hasta que suele ser demasiado tarde.

Quizás sea esa una de las cosas que debamos agradecer al COVID-19: que ha permitido poner en una perspectiva entendible, razonablemente compacta al alcance de todos los intelectos y atenciones, la conexión entre las enfermedades zoonóticas como nuestro amigo El Corona y la destrucción del ecosistema. Por que la naturaleza es el sistema inmunológico de todas las especies del planeta. Destruyendo la naturaleza nos estamos saboteando a nosotros mismos. Estamos destruyendo el sistema de soporte vital de esa nave espacial llamada “Planeta Tierra”.  

Y así lo ecológico vuelve a estar de moda pero esta vez nos enfocamos no tanto en los coches – desde hace décadas cada vez menos jóvenes se sacan el carnet de conducir en todo el mundo  – para centrarnos en ese pequeño ladrillo sin el que no podemos vivir y que incluso los más desfavorecidos pueden permitirse.

Móviles sostenibles

En primer lugar cabe preguntarse ¿cómo de insostenible es el móvil medio actual?

Mucho. Muchísimo más de lo que su pequeño tamaño y anodino diseño pueden dejar entrever. Es fácil educarse al respecto, pero te va a dar vértigo, avisado estás.

No te creerías la cantidad de basura que producen los móviles y no hablamos sólo de cementerios de móviles del tamaño de montañas, o de móviles cuyos materiales yacen desaprovechados en los cajones. Toda la industria que los hace posible está dejando el planeta hecho unos zorros.

Está claro que necesitamos nuestros móviles más que las llaves o la cartera. Y está claro que nuestra vida es más digital que nunca y que el móvil es nuestra ventana a esa nueva vida.

Cabría preguntar incluso antes si no hay forma de eliminar el móvil, o incluso ser menos dependiente de la economía digital. Sin embargo ya te adelantamos que la respuesta es no: no es posible gestionar los cada vez más escasos recursos sin recurrir a la tecnología. O aprendemos a usar la tecnología mejor, o acabamos en Mad Max. No hay nada en medio.

No es sólo un problema económico, es un problema físico definido por las mismas leyes elementales de la termodinámica. No podemos gestionar el almacén y la fábrica de la Madre Tierra a base de lápiz y papel.  

Así y aunque el móvil evolucionara hasta disolverse literalmente en nuestra mano, si es que alguna vez lo hace, no hará sino adoptar otra forma que igualmente dependa de la electrónica y ahí está la raíz del problema ¿de qué depende la electrónica?

La electrónica depende de mano de obra barata en origen. Personas como tú y como yo que exponen su salud en peligrosas minas de tierras raras: aquellos elementos al pie de la tabla periódica de los que tu profesor nunca hablaba resulta que son el ingrediente esencial de microchips y placas de circuito. Sin ellos nuestros mundo digital dejaría de funcionar. Y ese es el problema: que su extracción es peligrosa para los mineros por ser extremadamente contaminante y destructiva para el ecosistema. Por no mencionar que nos estamos quedando sin ellas, algo que ya preocupa a los analistas que no ven una salida a este problema que no implique un aumento de los conflictos armados.

La extracción de las tierras raras implica arrasar con todo lo que hay alrededor del yacimiento. Hay que mover ingentes cantidades de tierra para lograr apenas unos gramos de estos preciosos elementos y porque para separarlos del resto de materiales hay que emplear productos contaminantes de complicado y costoso tratamiento. Unido a que la casualidad histórica ha querido que estas tierras raras se encuentren en países donde es costumbre no seguir las normas; nos encontramos con que, efectivamente, estos residuos mineros no se tratan, simplemente se acumulan junto a la mina en interminables campos donde ya nada volverás a crecer. Aún peor, con la lluvia se filtran al subsuelo y con el viento se esparcen por el aire. Esto lleva ocurriendo décadas y cada vez en mayor volumen. En países como China – donde hay tierras raras pero también industria electrónica – estos residuos ya han arruinado, para siempre, más del 25% de la tierra cultivable.

En documentales gratuitos como “Death by Design” (Muerte por diseño) se explica muy bien como la externalización de la producción de Silicon Valley hacia Taiwán y posteriormente a China se hizo para reducir la contaminación del subsuelo Californiano y la proliferación de las enfermedades extrañas entre los trabajadores de las fábricas americanas de electrónica. Hoy esa externalización descuidada donde el comprador exige precio y calidad de producto al proveedor, a costa de descuidar otros aspectos, ha provocado que las mediciones de sustancias tóxicas en el aire de la Costa Oeste americana estén literalmente por las nubes ¿de dónde viene esa polución si las fábricas ya no están? De China. Transportadas por la lluvia, el viento y el mar. Karma capitalista podríamos llamarlo.

En este contexto nuestro teléfono móvil es no sólo la cabeza visible de la industria electrónica sino que además es uno de los mayores contribuyentes dado su enorme volumen. Desde hace años producimos y consumimos más de mil millones de móviles en todo el mundo, cada año.

Móvil de comercio justo

El móvil de comercio justo es aquel que busca atajar la parte social del problema. Es decir: acabar con las muertes de mineros por envenenamiento químico y garantizar sueldos dignos a los trabajador de las fábricas de componentes y ensamblado de móviles.

En este apartado destacan dos móviles: Fairphone y iPhone.

Fairphone es el nombre de un móvil y empresa Europeos que diseñan un móvil relativamente ecológico y merecidamente de comercio justo. El diseño está hecho en colaboración con un fabricante Chino comprometido con los derechos de sus trabajadores. La propia Fairphone invierte tiempo y esfuerzos notables – especialmente para una empresa tan pequeña – en que así sea mediante auditorías constantes e incluso una relación que podríamos definir como de asociación. Fairphone también hace un esfuerzo igualmente loable en que todas las materias primas, como esas tierras raras de las que hablábamos antes, provengan de zonas libres de conflicto o, cuando es técnicamente posible, eliminándolos completamente del dispositivo. Es el caso de los móviles libre de coltán.

Aunque Fairphone insiste en llamar modular a su teléfono ya desde su segunda generación – van por el Fairphone 3 – en nuestra opinión su modularidad es moderada en el mejor de los casos. O dicho de otra forma y como veremos más adelante: su diseño no hace uso de todo el potencial que la modularidad permite. La limitada modularidad de Fairphone está únicamente enfocada hacia la reparabilidad – que no es poco y es una apartado en el que ha obtenido la máxima puntuación en iFixit – dejando de lados aspectos como:

  1. la capacidad de actualizarse: extremadamente limitada al depender enteramente de la capacidad de producción de la propia Fairphone.
  2. la personalización: no sólo por parte del usuario sino por terceras empresas, es decir, Fairphone no ofrece a la industria una plataforma a la que otros puedan sumarse para así liderar un cambio superior (no es un estándar como pudiera serlo en su día el IBM PC / Compatible).

Pero Fairphone tiene una cosa muy buena y es que es una de las pocas opciones de móvil ético y sostenible que puedes comprar y disfrutar. Dicho esto también tiene a su favor su coherencia e integridad como marca, así lo revela uno de sus mottos: El móvil más sostenible es el que ya tienes.

La mayor urgencia no es tanto cambiar a móvile éticos, sino consumir menos.

El móvil nuevo sostenible ideal sería por tanto: reparable, actualizable y personalizable. 

Móviles ecológicos en 2020

Mencionamos antes el iPhone junto al Fairphone. ¡Anatema, blasfemia! Y de ahí para arriba. Así nos dejarán algunos de los fanboys de Fairphone. Pero es cierto. Le duela a quien le duela Apple hace muy bien dos cosas que son muy buenas para el planeta y muy buenas para sus accionistas:

  1. Migrar a un modelo de servicio: año tras año la cuenta de resultados de Apple muestra un aumento imparable de la cuota de ingresos debida a servicios. Y esto es muy bueno para cualquier empresa. Los servicios son beneficio puro y son predecibles, constantes y a la postre fáciles de escalar si hablamos de servicios digitales. Música celestial para los oídos de cualquier junta de accionistas. Para lograr que así sea Apple ha trabajado muy duro para crear unos móviles que si bien son muy difíciles de reparar y extremadamente frágiles sí son capaces de permanecer en servicio mucho más que el resto. Siempre y cuando no se te caigan al suelo.
  2. Marca. Apple cuida su marca. Es su activo más preciado. En consecuencia invierten todo lo que pueden en que su cadena de suministro y reciclaje sean intachables. ¿Lo consiguen? Claro que no. Pero tampoco lo consiguen el resto y siendo justos Apple lo hace mucho mejor que la mayoría porque saben que a sus clientes no les gusta que les señalen – aún más – con el dedo o que les abucheen por ser la causa de suicidios y peces muertos en los ríos. ¿No te lo crees? Mira cualquier de sus Informes de Responsabilidad Corporativa anuales. ¿No te crees el informe? Mira quien lo audita. Apple no se arriesga aquí. Si eres la empresa más valiosa del planeta no te la juegas a una carta tan obvia. Se podrá hacer mejor, sin duda, pero ya lo hacen mejor que la mayoría porque la mayoría, sencillamente, no pueden permitírselo.

El teléfono modular: el Dorado de la sostenibilidad

O la Atlántida. O el mito que prefieras. Desde que el smartphone es smartphone (iPhone v1.0, 2007) se ha hablado de teléfonos modulares que nos permitan reparar, actualizar y personalizar. Que nos permitan extender la vida útil y no simplemente reciclar. Que nos permitan recuperar esas tierras raras como quien recupera el casco retornable de una botella vacía. El Santo Grial de La Minería Urbana hecho piezas que tú mismo puedes recombinar a tu gusto.

En 2008 lo intento Modu. La compró Google y nunca más se supo… hasta 2013.

A principios de 2013 Alejandro Santacreu anunció su concepto PuzzlePhone, quizás el más prometedor hasta el momento dada su sencillez y versatilidad. PuzzlePhone marcaba todas las casillas: reparable, actualizable y personalizable a través de su estándar abierto. Lamentablemente y después de años de esfuerzo nunca llegó a materializarse por motivos que parece tuvieron algo que ver con problemas de financiación público-privadas: ¿La Mano Oscura? ¡Quizás nunca lo sabremos! [Introduzca sus conspiranoias aquí]

En la segunda mitad de 2013 David Hakkens anunció su concepto Phonebloks quien después de un cierto romance con el sorprendentemente similar Project Ara de Google anunciado casi en las mismas fechas y finalmente cancelado por ser demasiado complicado ¡Demasiadas piezas en su puzzle!

Otros grandes como Facebook han presentado patentes en esta dirección pero al final del día no hay ningún teléfono modular que haga uso de todos beneficios que esta estrategia de diseño permite y, por lo tanto, el móvil genuinamente sostenible sigue siendo una solución, técnicamente viable como defiende PuzzlePhone en sus últimos tweets pero hoy por hoy ausente en las tiendas.

Hasta que el verdadero móvil sostenible hago su aparición puedes aportar tu pequeño granito de arena a la solución de este problema exprimiendo tu móvil actual hasta su último aliento y ahorrando para que tu próximo móvil sea un Fairphone, el cual ya en su generación actual tiene un precio asequible – sobre todo si tenemos en cuenta lo bien que te vas a sentir pagándolo (priceless!) y lo fácil que es adquirir tu Fairphone 3 con Vodafone.  

por jagg

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